miércoles, 12 de octubre de 2011

El hado en los dos tiempos.


El hado tenía la cabeza en los pies, más que un hado prometedor parecía una de esas gárgolas encontradas en las ruinas de algún lugar remoto y olvidado.
Por más que la libélula deseara encontrar su voz le estaba muy complicado, pues dependía del corazón del hado el recuperarla o no.
La luna no se inmutaba en el país mágico y las hadas portaban el engaño del reloj pacientemente entre sus manos, allí en boque…, el árbol de la espiral esperaba la llegada del búho, allí junto a las hadas esperaba el árbol pacientemente.
En el mundo mágico el hado caminaba hacia la madre luna inhalando y exhalando el humo de su eterno cigarrillo, pero allí abajo, en el mundo terreno, el hado andaba con la cabeza a los pies y Alquimia, la mujer elegida, aquella que portaba el don de la voz, esperaba paciente la magia del reloj en la tierra.
Nada es lo que  parece, lo que perciben nuestros ojos es una proyección de la mente, -se decía Alquimia- mientras esperaba al hado en el bar.

martes, 28 de junio de 2011

En el olvido de mí misma

A veces necesito perderme en el olvido de mí misma.
Naufragar en los mares extraordinarios que aún no conozco,
aquí en este alma.
A veces necesito alambrar mi espacio
y permitir a la mariposa de color marrón volar sola en él.
Necesito dejar los rincones vacíos sin poblar,
las preguntas sin respuestas que reposen.
A veces me siento a solas en un banco al sol que tiene mi alma reservada por si me pierdo.
A veces me subo al autobús para poder mirar a solas el gris del asfalto.
A veces las voces que retuercen a las esquinas, allí en el universo enquistado de mis sienes, callan,
y me dejan un espacio después de la tormenta, en la que mi calma
me hace sentir única y amada con mi pensamiento.

Baile de máscaras


Colgaba de nuestro pecho un espejo.
En aquel baile de máscaras éramos planetas
y la colisión estaba aún por llegar.
Ignorantes y vanidosos, creíamos que el amor no era para ser vivido.
En la penumbra del bar bailaban los bufones de la corte
y reíamos por no morir, sin nunca llegar a vernos.
En los reflejos escurridizos de nuestras almas jugaban coquetos los espejos.
Danzábamos fijos en el eje, y nos creíamos tan felices, que mentíamos

Las sombras no crecen si no hay luz que la alumbre
-pensabas-.
La luz no tiene sentido si no conoce su opuesto
-te decía-.
Y aún no nos conocíamos...

Con la vida en el principio

¡¿Podría yo elevarme, podría yo suspirarme?!
¡Besarme! ¡o incluso retirarme al campo para no manchar mis deseos
con la urbana realidad y sus gentes!.
Podría casi empezar o continuar esta lucha contra la vida que corre por el interior de mis venas.
La sangre que es vida dentro de mis venas
¿aún no ha vivido?.
Mi corazón que ha latido tanto…, ha latido de la forma equivocada.
¡Aún no ha dado su primer latido!.
Es como si aún esperase para nacer del vientre de mi madre y no naciera por miedo
a ser, a elegir, a sentir más, o ver de forma diferente.
Mi latido te va a molestar, lo sé, pero más me vale latir con la vida en el principio,
que latir con la muerte desde el principio hasta el final.

viernes, 17 de junio de 2011

El ángel de plata

Tan sólo el cielo azul nos une.
Tan sólo el universo nos sucede.
El ángel de plata bebe en la copa.

-Hoy sé que estoy muerta al fin.-

En un grito alcanzaría sin dudar mi espíritu al tuyo
para diluirse en ti.
Bebemos sin embargo el clamor del que toca la trompeta.

!Saciad el deseo en otro cuerpo! -nos gritan-
¡Viajad con el alma a cuesta! -entendemos-
¡Fijaos en la pluma que se desprende del ave! -¡claman!-
¿Buscará, ella, un día su lugar antiguo? -preguntamos-

No vengo ni voy a ningún lugar
donde no hayáis sido.
No vengo.
¡No soy hechicera!,
ni me bebo la sangre de un hombre
como vulgar murciélago que sueña en la rama
que en la noche le da cobijo y cuelgue.
No vengo de mucho más lejos
que drácula en su pasión y su celo.
En su amor encarnizado y loco empapado en sangre
sin haber bebido jamás del único cuello que amaba.
No vengo ni voy más lejos que tú andas separado de la muerte.
Tu tiempo es mi tiempo,
¡tu carne es mi carne y no la quiero!.
El sol en el horizonte no me es tan amable
si veo en la laguna de la tierra una luna colgada
de las sombras en una noche lúgubre.
¡No me muestres la luz en el ángel!.
Muéstrame la oscuridad que encontré
cuando vagaba a ciegas buscando luz.
Mis ojos son túneles percibiendo abismos no explorados.
En el espacio y con alas en los pies me elevo segura de ir
hacia lo que la noche engendra.
¡Demasiada luz me turba!.
¡Demasiada luz hace que me duela el alma!…
La dulzura es inoportuna según en que momento.
De niña me dieron la espada,
de niña luche contra el hado,
que hoy confundo y al que en su defecto llamo ángel.

lunes, 13 de junio de 2011

Antes de tiempo

Me asaltan las páginas en blanco.
-Todo tiene un color anaranjado en el terreno baldío de las palabras no dichas­­-
¿Hacia dónde ir,
hacia dónde dejar que los pasos se dirijan?.
La lengua vacía sorda todos los recuerdos.
El pueblo fantasma habita mudo en mi corazón.
No hay un sonido en este lugar más alto que otro
y el pecho me oprime de rabia. Siento a mi corazón
pequeño bajo éste, minúsculo e incorforme.
Deseando gritar y llorar.
Por eso me asaltan las páginas en blanco.
Un día y otro, todos iguales,
espinosas espirales que desean emanciparse de sus dueños para abrir
las fauces, para respirar aire fresco.
¿Quién eres tú, vestido e improvisado con aretes de plata colgando de tu chaqueta?.
¿Quién fui yo en tu sorpresa?.
¿Fue la sorpresa quién en su día lo originó todo?.
Yo que vagaba sin rumbo,
tú que pedías a gritos un cuerpo donde anidar tus deseos y desgracias.
Precoz fuiste al enredarte en mí como ramas de árbol buscando sol,
precoz fui yo al dejar que me invadieras a tientas en una noche malhadada
de reyes,  princesas  y bufones atolondrados.
Maldito baile de espejos, maldito cristal manchado…
Eso me ocurre por morir siempre antes de tiempo.

jueves, 9 de junio de 2011

La roca

Me arrojo al suelo hasta que mi cabeza encuentra



la planta de mis pies.
Cuando llego a ellos observo que la roca blanquecina
está brotada de hilillos de sangre.

-Todo es gris excepto la luna y su luz-


Me arrojo, y entre las manos me vuelven a brotar hilos de sangre
con voz propia y delante de la roca blanquecina,
iluminando mis manos la luna,
sé que mis gritos nadie los escucha,
que la roca no es blanca por sí misma,
que es la luna la que con su luz engañosa y no consciente de ella la cubre…
Cuando la sangre alborota todo mi paisaje, y las lágrimas brotan de mis ojos,
siento en el pecho la desolación del gris grito de esa misma roca
a la que un día le conté tan sólo algunos de mis inconfesables secretos.

domingo, 22 de mayo de 2011

El hado y la lágrima lunar.

Está enredado el sendero -me dijo el hado-.
Y el ángel, que no sabía qué hacer con el arma,
me la ofreció y yo la acepté.
Estais en el mismo camino de estrellas -me volvió a decir el hado-.

Vuelve al principio -me aconsejó-.
Yo deshice maletas, solté trapos del paréntesis que había vivido,
divisé el sendero iluminado por sonrisas de navajas,
miré mi mano
y en ella el arma que le acepté al ángel…,
y no supe qué hacer con ella.

sábado, 16 de abril de 2011

Con ojos de libélula


Yo soy un alma de luz
envuelta en una espiral sanguinolenta
y vacía.
Yo soy de la luz y con ojos enormes de libélula,
mi cuerpo menudo flota en el suave beso del viento.
Soy un delgado saquito de huesos, y en mi cara triangular
asoma una sonrisa donde mis colmillos reposan.

Yo soy un alma de cabello largo y negro,
tocado en sus puntas por hadas de color verde.

Así de sola me encuentro.
Así de sola he sido siempre. 

Yo soy en mí, la soledad más absoluta, y me basta
el aroma de su alma para completarme y aguardar
como libélula la espera.
Yo soy un alma de arena que gira en torbellinos
en todo lo ancho del desierto,
donde todo lo imposible tiene cabida
en mi pequeñísimo cuerpo de insecto.

Yo me dejo reposar después de flirtear
con la tarde en un gran barreño de piedra.
Donde se posan mis dobles alas sobre mí,
y mis enormes ojos se encogen de tanta belleza
que la tarde y su aroma me traen.
Yo soy un alma de luz gigante y dispuesta a todo
hasta que la zarpa del hombre, en su golpe,
me mata de tristeza, a mí,
a la libélula pequeña y de mirada periférica.
Yo soy tan sólo un alma de luz que sufre…

Soñando luna


Buscando la música..., como mariposa pegada al cristal soñando luna.

sábado, 26 de marzo de 2011

No es suficiente el recuerdo


Ahora no estoy, y no conoces a mi cuerpo.
No hay
una extensión de él,
ni una extensión del tuyo
que se conecte al mío o viceversa.
He dejado de ser. No existo.
Ya no declamo tu nombre,
ni se extingue tu luz en las aceras de mis sienes.
La luz que en tu pecho osaba brillar se me mostró en la tarde como mía.
Ahora no estoy, y en mi garganta el grito se deshace en tu roca.
No me escuchas…
No me hueles….
No rozas mis labios con tus ojos entreabiertos.
Ni se traga tu imagen a mi reflejo...
Ahora no estoy.
Me siento como si hubiesen preñado a la muerte de preguntas.
Irónica tragedia de un invierno, muerto antes de tiempo, a golpes de frío.
Ahora no estoy, y no es suficiente el recuerdo para sentirme viva.

La muerte preñada

   

El.
Yo.
La muerte prematura de algo a lo que no alcanza a entender las ideas.
Para lamer toda la miseria, todos los huecos podridos, ya tengo a la lengua.
El.
Yo.
Mi sombra, un reino de eunucos tímidos y solitarios pero a la vez encadenados,
burdos sirvientes de una época en la que existió la esperanza.
Senderos abiertos a lo ancho de la Vía Láctea para ser pisados,
para poder escribir poemas en sus surcos, poemas en sus noches.
Galaxias enteras están alineadas para mí.
Planetas enteros invisibles se abren como bocas
víctimas de un eclipse inesperado.
Tú.
Yo.
La muerte preñada a preguntas se paseas por el rincón del tiempo como un fantasma.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Desconocidos



Sólo conozco el cielo -pensaba.
La tierra me da miedo, y a pesar de mi vuelo liviano soy inestable, incluso más vulnerable que un humano -se decía a sí mismo el cuco.
Una humana paseaba por allí.
Al mismo tiempo que el cuco se planteaba la tierra, la humana se planteaba el cielo.
Ninguno de los dos se conocían...

jueves, 24 de febrero de 2011

No.

Resuellan en este verano improvisado los antiguos ronroneos de las lejanas y acristaladas risas de antaño.
Dejar la muerte ahora y posarme yo sobre las pestañas fatigadas del hastío, dulcemente, sin reproches, significa ocupar ese lugar que nunca sentí mío.
Llegué a Itaca en un tiempo de naufragios y naufragué a pesar de las advertencias de Ulises.
Viviré con ello mientras tanto, no hay refugio,
no hay realidad.
                          
                                      No queda futuro que me pretenda.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Indefensión




¿Qué más da uno que otro, que más da quién haya sido hoy o quién vaya a ser después?, lo triste, además, de la situación de esas personas, es que lo sucedido sucederá y todos lo sabemos, una y otra vez. La pregunta es cuántos serán la próxima vez los que protesten por un hecho así, o por cualquier abuso de poder ejercido, siempre contra el más débil.
Sabemos que en tiempos de elecciones las arañas tejen su tela lenta y concienzudamente sobre sus víctimas de alas soñadoras, y normalmente de gran corazón.
La imagen es lo que cuenta, una imagen vale más que mil palabras, eso dicen, pero…. ¿cuánto tarda una valerosa imagen en convertirse en una vulgar y astuta manipulación para el momento en el que hay algo que ganar?.
En tiempo de elecciones el interesado en la victoria sabe dónde está el jardín de violetas, las violetas quieren creer que será diferente esta vez, y que la antigua araña que desahució al inocente en tiempo de poder ya no volverá, pero sabemos en un fondo muy fondo, ese fondo al que no nos atrevemos invitar a nadie, que los primeros a engañarnos somos nosotros mismos. El problema, la cuestión, es hasta cuándo, hasta cuándo tanta desfachatez y falsedad.
La pregunta es cuántas violetas más serán desahuciadas, serán expropiadas de sueños, recuerdos , ilusiones, futuro, y de toda una vida.
¿O cuándo tendremos que volver a protestar la próxima vez ante un hecho similar?.
¿Cuántas personas callan en el silencio, cuántas voces han silenciado ya, a cuántas personas han logrado sumir en la rabia y la impotencia de que el mundo es así, y en ello me escudo y me valgo para quitarte hasta lo que supones que crees tuyo porque yo soy el poder y la sinrazón del que lo ejerce?.
Sí, a estas personas, como a otras tantas, les han quitado su vivienda, pero no es lo único, también les han quitado el valor de sus recuerdos, el valor de toda una vida, el valor del esfuerzo con el que levantaron su jardín de violetas.
Lo peor, aparte del desahucio, es la impotencia de ellos, los afectados, la incertidumbre y la indignación tanto de ellos como de todos los presentes
que se manifiestan en contra de toda esta tropelía.
A una voz no la quiebra la injusticia, lo que quiebra a una voz es la impotencia ante ésta.
La gran araña del poder teje su tela otra vez sobre nosotros, divisa tranquilamente el jardín de violetas.
¿Hasta cuándo?, ¿cual será la próxima?.
Como dijo Rimbaud: La araña del seto sólo come violetas….

CECILIA LAZO.

Y Cheshire...



...mientras tanto saltaba de tejado en tejado,  habiéndole sido prestada la nube secreta en la que la Alicia equivocada creyó poder viajar un día.....

viernes, 11 de febrero de 2011

Traición


Se absorben todas las casualidades que siendo huecas hincharon a mi útero y lo
                                                                                                            [hicieron explosionar.
Absorbo tu mensaje, y me embiste el sonido.
Y ese serio documento donde todos tus secretos duermen bajo sospechas deja 
                                                                                                            [de importarme.
Lo que en su día ocultó tu pelo húmedo
brilló como cáliz gélido en el firmamento de mi rostro.
Ahora sólo poseo el frío,
sólo él, para decidir posarme o no en el césped artificial.
Lo que en su noche el conocimiento no me mostró
desató en mis pómulos a la tempestad.
Y doblar mi cuerpo ante el silbido servicial que me alertó
no solucionó la mentira en la llegada de tus pies bajo tu alto cuerpo.
Absorbo, ¡bebo!.
Guarnición traicionera de dulces y salados
envueltos en papel de arena que jamás ofreciste a nadie.

Tu cristal manchado


Camina despacito por el alfeizar del tejado nuevo la vieja locura.
Las palabras que ahogadas creyeron morir
suplican hoy con más fuerza que nunca vivir en los oídos de otro.
Camina despacito por mis sienes el pensamiento de convertir mi lengua en un útero.
Nada es fácil aquí en la tierra...,
pero aún he de albergar la esperanza de ese vientre hinchado.
Aún queda la posibilidad de engordar mi lengua para que para.
Camina despacito, entre mis dedos pulula la razón.
Nada es fácil aquí, una vez que llegué a la tierra.
Cuando era un eunuco en el reino de los espejos,
ya temía yo por mi garganta.
Temía que mi garganta fuera extirpada como el buche de un gorrión
y entre los dedos de un gigante morir desangrada.
Caminaba despacito amor y me he caído en el aborto imposible de tu cristal manchado.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Casi invisible


Un punto minúsculo casi invisible,
igual de ruidoso como unas alas de insecto
que vuelan en la noche.
Una pequeña llama flotando en las cavidades del cuerpo
como baila el alcohol dentro de una botella.

Así me siento.

Como un cielo nublado esperando a ser agua
y convertirse en azul.
Un momento tan negro como la flor
que despierta helada de frío.
Un instante perfecto, como un pájaro de ojos entreabiertos.
Una mota de color verde rodando por mi mejilla…
que llorará mañana sin hacerse notar.
Una pequeña bola girando en el pequeño espacio
similar al vuelo de un abejaruco pidiendo agua.
Una diminuta constancia de que algo ocurrió
como las hojas pegadas de un libro que aún no terminó.
Un pequeño instante,
un roce de almas igual al  labio que se posa
¡en otro sumiso labio y sin pronunciar!.
Un juego sutil, un palmear de huesos, una risa a medio hacer.
Un incendio que mana de un bloque de cemento en
un sin dudar.
Un punto luminoso arropado entre aromas de especias
que se multiplican en las barrigas 
de los peces brillantes que duermen.
Un segundo tu sonido, el grito de un alma que al fin se despierta,
igual a la montaña que se le desprende una roca.

Así me siento.

viernes, 4 de febrero de 2011

La Alicia equivocada (1ª parte)


El gato de Cheshire posa en lo alto de su rama desde hace siglos, Alicia, un personaje espontáneo, se ha obsesionado con él. Chesire es sabio, en su mundo mágico lo comparo al Che fumando puros o escribiendo encima de su árbol en horas nocturnas.

Alicia quiere la sonrisa del gato, quiere poder desaparecer como él y aparecer como mejor le plazca, pero no lo consigue, y cada vez que actúa, cada vez que aparece en escena, se parece más al gato, lo intenta compulsivamente sin llegar a conseguirlo del todo.

Alicia en su ignorancia cree que puede sustituirlo en el país de Maravillas, el gato sonríe dulcemente y la deja hacer.Un día aprenderá que no puede ser igual a otro, no puede suplantar, no puede escribir palabras iguales a las de Cheshire por el simple hecho de que es otra alma la que posee.

Alicia teje, está tejiendo su propia tela de araña, nunca encontrará el camino de regreso, sin embargo Cheshire no tiene que encontrar ningún camino, porque el ya sabe el valor real de cada cosa, de cada persona en el mundo mágico.

Firmado Cheshire.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El viento


El viento se descalza sus zapatos en mi pelo
y la brisa de esta noche es fresca y hace que mi abrigo baile.
Y en el compás de este viento pareciera que el abrigo
soltara motitas de agua fresca al universo y a todo lo que la noche rodea.
Los zapatitos del viento son de color negro y en la noche brillan.
¡Y eso es todo lo que necesito saber!…

Mi doble par de alas transparentes, la cabeza pequeña, mis ojos periféricos
de libélula encantada…
Eso es todo lo que necesito conservar.

Las gotas de agua que  imagino en mi abrigo, pero que refrescan mi mente.
¡Es todo lo que necesito sentir!…

Ahora. Hoy. En este momento donde el hado y la Luna no encuentran su lugar
en el baile y donde las hadas se desposan y festejan, la vida a solas, en la Vía Láctea.
¡Es todo lo que necesito ver!…

¡Ahí van los zapatos del viento, dándome fuerte en la cabeza y enmarañándome el pelo!.

Vuelve el viento a descalzar sus zapatos viejos en mi pelo
y  sostengo una bolsa transparente, entre mis manos,
llena de motitas verdes.
Las hadas en su picardía me las han regalado,
y yo sonrío mientras una duda
cruza veloz en el filo de mis sienes…
¿Podría una libélula enamorarse de un humano?.

martes, 1 de febrero de 2011

Bastará




Bastará un sonido para que estos ojos
de mirada antigua se abran.
Bastará un par de pestañas,
una línea arrugada en el borde del
párpado inferior.
Unos labios bien dibujados en un rostro infantil.
Un suave viento que transporte el aroma de un mes de agosto.

Bastará…, déjame creer que bastará.

Unas curvas  de montañas ahuevadas con olor a uva.
Una tierra.
Un zumbido.
Un alacrán que pique en la planta del pie
mientras en la sofocante madrugada de tu juventud
vuelvas a subir conmigo el cerro de arena.
Bastará un cuerpo huesudo de mujer.
Una amplia sonrisa, tu piel curtida al sol
iluminada por el color verde de tus ojos.
Bastará un movimiento de cabello.
Un moño blanco y orgulloso años después.
Tus horquillas negras tiradas en la mesita de noche.
Tu cartera negra gritando tu nombre junto al televisor.
Bastará si el viento me huele a agua.
Si las nubes viajan desde según donde y descargan ese agua.
Bastará con el frescor que les has dejado a mis labios por dejar
que besara tu frente.
Bastará con aceptarte en mi alma como la nueva energía que hoy eres.
Bastará con creer que al fin eres libélula.
Con tu doble par de alas… y tu mirada periférica.
Con tu sonrisa de humana
siempre en nuestro corazón.


                                                               A mi abuela.
                                                               15-abril-2010.
                                                               Con el mayor deseo de que vueles alto.

lunes, 31 de enero de 2011

Donde van a morir los elefantes



Él, el más viejo quizás, pernocta en un rincón al fondo del oscuro y viciado bosque. Los demás miran a la nada en concreto, muchos de ellos han perdido la visión. Otros gritan enjaulados muertos de dolor, pero siempre para sus adentros, para que nadie ose inmiscuirse en su dolor viejo, su herida remendada de mala manera con el justo pasar de los años.
Hay uno de ellos al que el brillo de la juventud, cuando iba en manada, o no, no le ha abandonado, mira con curiosidad, y de vez en cuando sonríe.
Si te llegas a fijar bien, parece como si fuese sacado del cuento de Alicia y que su pesado cuerpo, comparado con el de Cheshire, estuviese encima de una rama esperando dar una respuesta a alguien que le pregunte.
Pero allí, en ese lugar, no hay nadie que pregunte, ningún animal que se cuestione si puede dejar de serlo y ser algo diferente.

En el bosque de los elefantes hay una clase con suerte y una clase desdichada. La clase con suerte es aquella a la que se les permite morir solos, cuando huelen a la muerte se apartan de la manada y van a buscar el lugar donde sus ancestros murieron.
La visión de los esqueletos, allí, cuando uno de ellos llega, no le horroriza. Todos los que allí llegaron sabían que iban para morir en paz, sin experimentos ni egoismos humanos que quisieran arrancarle la piel a tiras en beneficio de otros.
Estos elefantes tuvieron suerte, pudieron morir en paz cuando su espíritu, de forma dulce, decidió salir de su gigantesca concha.
Los de la clase desdichada tienen que sortear muchos obstáculos, demasiados, antes de llegar, si es que llegan, al cementerio.
Hay cazadores furtivos, sin escrúpulos, que cobran por esa piel, o por esa carne, muchísimo dinero. Poco puede hacer un elefante moribundo, por mucho que haya sido en el tiempo de su juventud, con un cazador.
Las cadenas que utilizan para aprisionarlos son tan pesadas y fuertes como la intención con la que fueron hechas. Los dardos para conseguir que se duerman, por si acaso se rebelan y el disparo no surtió efecto a la primera, son tan potentes que, a pesar del dolor producido por la bala y si todavía les queda un hálito de vida, ellos, como animales, repudian en el mismo instante que le alcanza.

Su hora ha llegado: ¡Dejadlos ir al cementerio!.

Estos menos afortunados elefantes sufren lo indecible antes de morir. Obligan los cazadores al espíritu a persistir hasta el final, muriendo de la forma más cruel. Nunca llegan al cementerio de carcasas de marfil. No hay al final una muerte digna.
Cuando llegue a anciana, quiero morir como un elefante con suerte, no quiero caer en manos de los cazadores. No quiero cadenas, ni balas vestidas de pastillas que me duerman...
Quiero, como todo ser vivo, una muerte digna, y que me dejen morir como yo quiera. Aunque esto, en este reino animal, tan sólo depende del azar, tan sólo depende de las manos que te traten una vez alcanzada la última edad.