sábado, 26 de marzo de 2011

No es suficiente el recuerdo


Ahora no estoy, y no conoces a mi cuerpo.
No hay
una extensión de él,
ni una extensión del tuyo
que se conecte al mío o viceversa.
He dejado de ser. No existo.
Ya no declamo tu nombre,
ni se extingue tu luz en las aceras de mis sienes.
La luz que en tu pecho osaba brillar se me mostró en la tarde como mía.
Ahora no estoy, y en mi garganta el grito se deshace en tu roca.
No me escuchas…
No me hueles….
No rozas mis labios con tus ojos entreabiertos.
Ni se traga tu imagen a mi reflejo...
Ahora no estoy.
Me siento como si hubiesen preñado a la muerte de preguntas.
Irónica tragedia de un invierno, muerto antes de tiempo, a golpes de frío.
Ahora no estoy, y no es suficiente el recuerdo para sentirme viva.

La muerte preñada

   

El.
Yo.
La muerte prematura de algo a lo que no alcanza a entender las ideas.
Para lamer toda la miseria, todos los huecos podridos, ya tengo a la lengua.
El.
Yo.
Mi sombra, un reino de eunucos tímidos y solitarios pero a la vez encadenados,
burdos sirvientes de una época en la que existió la esperanza.
Senderos abiertos a lo ancho de la Vía Láctea para ser pisados,
para poder escribir poemas en sus surcos, poemas en sus noches.
Galaxias enteras están alineadas para mí.
Planetas enteros invisibles se abren como bocas
víctimas de un eclipse inesperado.
Tú.
Yo.
La muerte preñada a preguntas se paseas por el rincón del tiempo como un fantasma.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Desconocidos



Sólo conozco el cielo -pensaba.
La tierra me da miedo, y a pesar de mi vuelo liviano soy inestable, incluso más vulnerable que un humano -se decía a sí mismo el cuco.
Una humana paseaba por allí.
Al mismo tiempo que el cuco se planteaba la tierra, la humana se planteaba el cielo.
Ninguno de los dos se conocían...